lunes, 22 de julio de 2013

La inocencia interrumpida

Muchas veces me gusta comparar la adolescencia que están viviendo las chicas de las generaciones actuales con la que viví yo u otras chicas de mi edad. Vamos a ver, tengo 27 años, tampoco son tantos, es más, es una buena edad para hacer comparaciones por arriba y por abajo: tengo amigas de treinta y tantos años con las que observo escasas diferencias en cuanto a nuestros inicios en la adolescencia, y sin embargo, gracias a mi trabajo, también trato con chiquillas de 14 años, con las cuales sí que observo un gran abismo con respecto a mi generación durante esas edades.
Con esto quiero decir que, existiendo la misma diferencia de edad, veo más similitudes en una chica de 25 con una de 35 que con una de 15. Y aquí es donde quiero llegar. Cuando hablo de diferencias, me refiero a la visión que se tiene del amor y el deseo. Me explico: en mi época adolescente, la mayoría, quitando a cuatro espabiladas, éramos unas bobaliconas inexpertas, apenas habíamos tratado con chicos, es más, sobre las edades de los quince o dieciséis se empezaba a tener el primer novio propiamente dicho, teníamos mariposas en el estómago cuando lo veíamos, llorábamos cuando nos peleábamos y no sabíamos nada de él (porque encima no estaba el whatsapp y funcionábamos con tarjetas de recarga de 5 euros, lo que suponía estar casi siempre sin saldo en el móvil), éramos felices cuando éste chico tan especial nos besaba o cogía de la manita… por no hablar de la primera vez con él, porque cuando tienes todas esas sensaciones tan bonitas, extremas, incoherentes, no era raro llegar finalmente a ese punto. Pero no era hacerlo por hacerlo, era porque era esa persona, en el momento perfecto para ello y no podíamos aguantar más, el deseo de lo desconocido. Y aunque pasen muchos años, sigas o no con esa persona, es un momento que siempre queda en el recuerdo, como algo bueno.
Y ahora… simplemente es distinto. Como ya he dicho, tengo información de primera mano, y por lo que se y lo que veo, con 14 años cualquier niña ya ha tenido al menos cinco novios, con los que se ha besado, magreado y probablemente acostado. Al cabo de dos meses cortan por cualquier chorrada, se insultan vía Tuenti y a la semana cada uno está ya saliendo “en serio” con otra persona, muchas veces un/a amig@ del/a ex. Según dice, a cada uno de esos cinco (es un número hipotético) los ha querido de verdad… ¿En serio? Lo que yo no sé es si con tal recorrido sentimental a tan corta edad verdaderamente exista ilusión o están con algún chico porque es lo que toca. Tampoco sé si realmente saben lo que es querer a alguien con ese sentimiento tan fuerte que te produce nervios en el estómago, vamos, el primer enamoramiento adolescente.
Lo que sí está claro es que las preadolescentes de hoy quieren vivir muy deprisa, saltarse etapas que a lo mejor consideran poco interesantes y lo peor de todo, las fases que sí están dispuestas a vivir las pasan a mil por hora, no se toman su tiempo para saborear los momentos y así quedarse con los pequeños detalles que, al fin y al cabo, son lo que da sentido a todo lo que hacemos. ¿Puede ser que estemos asistiendo a la pérdida o la interrupción de la inocencia? No sé, según las estadísticas, la media de edad en la que se mantiene la primera relación sexual está en los 16, pero yo no veo que el problema sea una cuestión de edad, no creo que sea tan relevante. El problema reside en el significado que se le da a las relaciones sexuales.

viernes, 12 de julio de 2013

El ojo por ojo de Ameneh Bahramí

«Las lágrimas me anegan el rostro mientras grabo mi relato en decenas de cintas: las lágrimas son lo único que aún son capaces de producir mis ojos. Pero tengo que liberarme de esta desgracia. Debo luchar contra este destino. Hace ocho años que se interpuso en mi camino, pero no ha podido conmigo antes y tampoco me vencerá en el futuro.». Éstas son algunas de las líneas del libro, Ojo por ojo, en el que Ameneh Bahramí relata el episodio que le cambió la vida y que tan ligado está a las costumbres y cultura de las mujeres iraníes como ella.
«Este libro debe servir para que nunca se vuelva a repetir un “caso Ameneh Bahramí”. Para que jamás ninguna otra mujer o niña vuelva a ser víctima de un ataque con ácido. Para que nadie vuelva a escaldar ni abrasar a una mujer por el mero hecho de tener voluntad propia. Después de esto, nadie tiene por qué pasar por lo que me he visto obligada a soportar yo.», continua diciendo Ameneh en su relato. Un hombre que la pretendía en matrimonio y al que ella rechazó se lo arrojó a la cara. Tras la agresión, Ameneh perdió la vista de los dos ojos. En el intento de devolverle la visión fue sometida a diferentes intervenciones quirúrgicas en el Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona pero la gravedad de las lesiones hicieron inútiles los esfuerzos. A su regreso a Irán, y con la terrible seguridad de lo irreversible de su situación, decidió exigir la aplicación la ley del talión, vigente aún en su país, que impone un castigo similar al del crimen cometido. Tras el último juicio celebrado en Teherán en 2012, cuando todo estaba listo para ejecutar la sentencia, cegarle ambos ojos a su agresor, Ameneh le perdonó. Tras años de lucha contra las secuelas de aquel ácido en su cuerpo, Ameneh Bahramí ha dado un paso adelante y ha querido contar su historia en Ojo por ojo. «Por asombroso que parezca -comenta la autora- he logrado recuperarme y ocho años después de aquel horrible punto y aparte en mi vida, siento que por fin tengo fuerza suficiente para contar mi historia. Todavía duele, me remueve las entrañas, me entristece y algunos días casi me desespera. Pero tengo que contarla». Escrito en primera persona, este documento es una narración sincera, marcada por el dolor, la desesperanza y la ira, pero también llena de preguntas –muchas de ellas sin respuesta–, en la que trasciende el deseo de luchar «para que ninguna mujer vuelva a pasar un calvario asi», insiste.
Un relato en el que se mezclan fortaleza, venganza y perdón del que afloran, firmes, dos conclusiones: «La lucha por la humanidad la gana quien perdona, no quien quita o destruye» y aquella que, reivindicando también la condición humana evidencia que aún en las peores circunstancias puede surgir la generosidad. Ameneh no quiere que su sufrimiento se olvide. Por eso, vertió en cintas magnetofónicas todo lo vivido. «Mi experiencia debe servir de ayuda a todas aquellas personas que se enfrenten a un duro golpe del destino, para mostrarles que, incluso cuando uno se encuentra en la oscuridad más profunda, puede recuperar la esperanza. Los malos momentos nos convierten en lo que somos. Quien pasa por circunstancias difíciles aprende a apreciar mejor el lado bonito de la vida. Perder algo resulta duro, pero también desata fuerzas insospechadas». «He perdido parte del rostro, pero, después de todo lo que me ha ocurrido, no he perdido la dignidad (…). Lo que no me pudo robar es mi vista interior, mis principios, mi imaginación».

martes, 2 de julio de 2013

Verano y "singles"

Llega el periodo estival y todo el mundo se organiza para pasar de le mejor manera posible las vacaciones. La que ya tienen una pareja o una familia más o menos montada, se busca un destino de vacaciones acordes a la situación: campings, resorts, cruceros, playa o la casa del pueblo, a lo que cada vez es más asidua la gente.
Pero las solteras no se lo montan nada mal. Una buena “single” sabe buscarse un planazo entre tanto viaje de oferta para dos personas, resorts familiares etc. Si alguien cree que no están hechos los viajes organizados para solteras y solteros, es que no ha buscado en internet: yo he metido en Google las palabras “viajes solteras” y me aparecen más de 1.200.000 resultados entre cruceros organizados, viajes de aventura y estancias en islas tipo Ibiza o Formentera. Se trata de empresas que trabajan de manera conjunta con las principales agencias de viajes para organizar y ofrecer destinos turísticos de todo tipo para personas con una situación sentimental e intereses similares y que desean conocer a otra gente. Véase: www.viajesbarceló.com, www.voyage-prive.es, www.solterosdeviaje.com o www.nones.es.
Pero, por otro lado, es cierto que a las “singles” también les ha afectado la crisis. No todas pueden permitirse estos viajes organizados… pero sí pueden acoger a los turistas que vienen a conocer nuestro país en las playas y zonas de ocio de nuestra península que no tienen nada que envidiar a las de fuera. Alrededor de 56 millones de extranjeros, en su mayoría alemanes, ingleses y franceses visitan nuestro país, muchos de ellos jóvenes a los que les mueve el espíritu de ”vivir la vida” que transmite España al exterior. Es ahí cuando nuestras solteras nacionales disfrutan de un intercambio cultural como Dios manda sin mover un dedo de su ciudad ni tener que hacer un Erasmus de última hora y en estos casos, solo se precisa lo más básico de la comunicación. Una caipiriña por aquí y un bailoteo por allá, chiringuitos, olas del mar y todo fluye.
Y es que la imagen que transmite la mujer española al exterior de nuestras fronteras es la de morena, sensual y pasional además de tradicional y familiar, un estereotipo grabado en el imaginario internacional y que nos da un toque de exotismo, que a su vez gusta, al no ser el canon que rige en los países del norte de Europa. Así que a todas las solteras de todas las edades, que creen que el hecho de estar solas no les permite vivir un verano auténtico, que sepan que tienen todo un abanico de posibilidades a su alcance, ya sea viajando o quedándose de anfitrionas en su localidad, simplemente hace falta tener ganas de divertirse, de desconectar de la rutina y de tener predisposición por conocer a gente nueva.
¡Feliz verano “singles”!