martes, 27 de enero de 2015

El erotismo de las M.I.L.F.

Hoy toca dedicarles unas líneas a las maduritas que seducen a los amigos de los hijos. Sí, sí, no es que haya querido ser rebuscada con el  tema, es que existen. ¡Vaya que si existen! Hablo de esas mujeres de unos cuarenta y tantos, ¡o más!, que tienen la suerte y la gracia de ser tremendamente sexys y atrayentes no solo para los amigos del marido, sino también a ojos de los adolescentes sexualmente desbocados.
Puede que las siglas M.I.L.F. a algunos les suene a secta o no lo hayan oído  en su vida y puede que otros sepan por dónde van los tiros, más aun si al castellano las traducimos a
La madre de Stifler en acción
M.Q.M.F. Y es que la película adolescente American Pie fue la responsable de popularizar este estereotipo (ya existente  aunque la  gente no  quisiera verlo) de mujer madura sexualmente deseable por jóvenes que tendrían edad para ser sus hijos gracias a “la madre de Stifler”, la actriz Jennifer Coolidge, quien era objeto de deseo de los amigos pajilleros de Stifler, bautizándola ellos con el nombre de Mother I’d Like to Fuck o lo que es lo mismo, Madre Que Me F****ría. Ella es la fantasía, representa a la típica madre que siempre sale en las conversaciones pero nunca está y se hace de esperar, con ese factor Wow! va de femme fatale, limitándose a apretarse el wonderbra para enseñar pechuga, hacer cruces de piernas, fumarse un cigarrillo y echar miradas de serpiente que atraen hasta al mozalbete con más aguante a cien metros a la redonda.  De hecho en las tres secuelas de American Pie, el sello de identidad de la cinta es finalizarla con un esperadísimo encuentro sexual (encima de una mesa de billar, en un coche o en una bañera, todo vale) entre ella y Finch, un adolescente obsesionado, primero por el sexo en general y finalmente por esta mujer en particular. En el primero de los encuentros sexuales entre esta peculiar pareja ficticia (el de la mesa de billar), la escena es amenizada con la canción de Simon & Garfunkel “Mrs Robinson”, simulando un poco la historia de la película El graduado.
Y es que ahí enlazo una M.I.L.F. con otra, ¡qué grande es el  cine! Gracias a películas como estas podemos comparar y darnos cuenta de que las fantasías eróticas con madres atractivas no es cosa de una película de los años 90, esto va mucho más allá. La primera

M.I.L.F. del cine fue sin duda Anne Bancroft, más conocida como la señora Robinson, una señora atrapada en un matrimonio sin amor ni deseo, experta en mantener las apariencias de cara a la galería pero con unas ganas tremendas de embelesar y pillar a un yogurín, cual araña espinuda, para luego no soltarlo hasta quedar totalmente satisfecha.
Y es que las señoras Robinson, M.Q.M.F. o como las queramos llamar, con la evolución de la sociedad, salen cada vez más y más a la luz. Ejemplos tenemos unos cuantos, veamos el historial de Demi Moore o Madonna: cincuentonas, sexualmente apetecibles y prueba de ello los novios que han tenido, que podrían ser sus hijos pero ellos tan contentos, ¡y ellas también!
Mariló, la M.I.L.F. española
Y como no, si en España hay que tener una M.I.L.F. por excelencia, y dejando a un lado las críticas que recibe como profesional  de la comunicación, esa es Mariló Montero, sí señor. Esta mujer creo que tiene cincuenta años y si no los ha cumplido aun, poco le falta, pero ahí está: físicamente envidiable y parece que ande por la treintena. No sé si habrá hecho un pacto con el diablo o es herencia genética, pero en una ocasión ya se lo dijo Dani Mateo en su programa de radio, que ella era la M.I.L.F. española, lo que Mariló para nada se tomó a mal, al contrario, estaba super orgullosa del título otorgado. Y no es para menos.
La verdad es que todas desearíamos que cuando lleguemos a la cuarentena o a la cincuentena estemos igual de espléndidas que Mariló Montero o cualquier otra M.I.L.F. medianamente aceptable. Eso es todo un logro, sobre todo cuando no has abusado mucho de los trucos de bisturí y estás así de buenorra por naturaleza.

Y ya para terminar y que se note que el fenómeno de las M.I.L.F. alcanza límites inexplicables, dejo el enlace de un vídeo super cachondo de los de El Canto del Loco, “La madre de José”, un tributo a todas las madres buenorras con las que Dani Martin y los de su quinta se han topado y han ideado alguna vez, haciendo con esta canción la fantasía realidad… (¡¡¡calentorros!!!)

El Canto del Loco: "La madre de José"


jueves, 15 de enero de 2015

¡Con los 30 en los talones!

Como si de una película de suspense se tratara, hay cosas que hasta que no te las encuentras ya de frente y a corta distancia, no te empiezas a plantear “detallitos” que anteriormente habías pasado inadvertidos, o simplemente que no querías ver. Y es que cuando llegamos a un punto en el que se supone que cambiamos de etapa, unas se lo toman con alegría y a otras nos entra el caguele, como en cualquier momento transitorio y decisivo que nos toca vivir.

Así me he levantado yo esta mañana...
Todo esto me viene porque acabo de cumplir los 29 y, aunque sea en el horizonte, los 30 ya los veo ahí. Es como que al pasar la barrera de los 30, tu cabeza reacciona y es consciente de que entras automáticamente a formar parte de otro grupo generacional. Claro que podemos decir que es una tontería, ¿qué es eso de dividir nuestra vida en etapas? Pero como en todo, tenemos la manía de diferenciar los procesos por partes: las asignaturas las dividimos por temas, las novelas por capítulos, el trabajo por turnos, los años por meses, la liga de futbol por divisiones…
A veces la división de una etapa a otra se detalla porque hay que hacerlo y ya está, pero tiene que haber un punto de inflexión, una característica clara. ¿En qué momento se decidió pasar de la Edad Moderna  a la Edad Contemporánea? Pues ocurrió un hecho super importante que fue la Revolución Francesa y se dijo, hasta aquí hemos llegado, cambiamos de etapa. Pues lo mismo sucede con las edades humanas, hay un nosequé que nos hace pensar en el cambio.


Lo bueno (o lo malo) es que como sabemos de antemano cuándo tiene que ocurrir nuestro cambio de etapa oficial, estamos más atentas a lo que nos está pasando. Porque estas cosas las hablamos entre amigas, y hay temas y pequeños detalles, como antes he dicho, de los que hace dos años no hablábamos, pero ahora sí: “Tengo que ir a tintarme esta semana porque se me empieza a ver la raíz de alguna cana suelta que
La de tonterias que hacemos
 por retrasar lo inevitable...
tengo
(por suerte yo no sufro, aún, de eso, toquemos madera)”, “Tía que estoy preocupada, que el alcohol ya no lo tolero igual que antes”, “Joder, ya tengo que estar todos los días con cremas reafirmantes, que las patas de gallo empiezan a verse”… Y vemos que en nuestros armarios del aseo, donde antes solo había pasta de dientes y compresas, ahora también hay aceite de onagra, rosa mosqueta y botes de crema de toda clase; pasamos de usar tops ceñidos y cortos a camisetas más sueltas; preferimos vestir elegantes que sexys; tenemos más remordimientos que nunca por no ir al gimnasio y no cuidarnos un poco; nos controlamos un poco más a la hora de beber: “En vez de cuatro cubatas me planto con tres y mejor no mezclo con chupitos que al día siguiente estoy fatal”;  a ser posible, preferimos hacer “tardeo” que trasnochar; sí echan por la TV La Bella y la Bestia o La Sirenita nos entra la nostalgia; y esa sensación de sentirte rara porque ves a todas tus amigas que se casan y se embarazan y tú aún ¡no te sientes preparada! ¿Qué está pasando? A las que no nos gustan los cambios nos tendrían que preparar con una terapia previa para que no nos venga de sopetón.
¡Las crisis de edad se superan con amigas también en crisis!

Por suerte, yo aún tengo 365 días de preparación para el cambio de fase, de la veinteañera a la treintañera,  ¡tengo que estar a la altura de Carrie Bradshaw, Bridget Jones y otras treintañeras modelo ficticias!

Veintinueveañeras del mundo, aprovechen sus días de gloria, ánimo y mucha suerte. 

sábado, 10 de enero de 2015

Echando una mirada atrás

Creo que ya se nos ha pasado un poco el empacho de estos días de regalos, Reyes Magos, luces de Navidad, compras contrarreloj en centros comerciales, dulces y polvorones y atracones de pavo y podemos evaluar con mayor precisión todo lo que ocurre a nuestro alrededor. El tiempo se paró en Navidad, todos hemos estado viviendo estos días para la familia y los amigos y después de todo este ajetreo de duendes y espumillón parece que hemos hecho un lavado de memoria y comienza el momento de llenar nuestra mente de propósitos banales, como los que relataba a principios del año pasado en ese primer post de 2014. Y de repente llegan esos momentos de pánico en París que se trasladan al resto de los occidentales, con la noticia de los dos terroristas que asaltaron y acribillaron a trabajadores del semanario satírico Charlie Hebdo y todo lo sucedido posteriormente… la memoria que  estaba en stand by parece que recupera la cordura e inevitablemente nos hace entender que eso de “año nuevo, vida nueva” no tiene nada de cierto, porque nada cambia, los problemas no desaparecen con un cambio de año, con un cambio del último número de una cifra. 2014, como muchos fantasmas de cuento, ha dejado varios asuntos pendientes con los que seguimos conviviendo. Por eso vale la pena echar una mirada atrás para ver lo que dejamos en el pasado, porque también es lo que nos sigue acompañando en el presente.

¿Alguien se acuerda de aquella masiva campaña de “Bring back our girls” capitaneada por la mismísima Michelle Obama? ¿Dónde están nuestras chicas? Lamentablemente siguen raptadas por Boko Haram, si no ha ocurrido algo peor, aunque ¿hay algo peor que vivir secuestrada y probablemente violada y vejada indefinidamente? Después de tantos movimientos sociales en apoyo a estas víctimas parece que la noticia ya ha dejado de interesar, pero ellas siguen sin aparecer…
La violencia machista, al menos en nuestro país, sigue cobrándose víctimas cada año y 2014 se ha despedido con 51 mujeres asesinadas por sus parejas, menos que en el 2013 pero menos es 0. Alardeamos de ser un país supermoderno, pero la desigualdad en cuanto a condiciones laborales es más que considerable, ¡a las trabajadoras les da miedo hasta quedarse embarazadas por si pierden su trabajo!
Europa sigue viviendo en un completo patriarcado y el ejemplo más reciente de ello ha sido el nacimiento de los hijos de Alberto y Charlene de Mónaco: los gemelitos Jaime y Gabriela solo se llevan 2 minutos de diferencia (ella nació primero), pero el niño ya ha sido nombrado príncipe heredero, porque así lo dicta la ley.
Pero salgamos de nuestras fronteras y de nuestros países vecinos, porque aquí hay mucha tela que cortar y esto no se soluciona ni en un año ni en diez. Las violaciones en Egipto, en público y en grupo, como si fuera lo más normal del mundo, ¿qué castigo reciben estos hombres?; los llamados crímenes de honor en Pakistán y otros países en los que la familia se toma la justicia por su mano para asesinar a hijas, hermanas, esposas… por motivos como el rechazo a un matrimonio de conveniencia, haber sido víctima de una agresión sexual, buscar el divorcio, cometer adulterio o ser homosexual; la mutilación genital femenina, una práctica tan retrógrada como peligrosa, por razones culturales o religiosas, nada que ver con motivos médicos, porque esta intervención provoca infecciones, esterilidad, complicaciones en futuros partos e incluso la muerte, hay más de 140 millones de mujeres y niñas en el mundo que sufren sus consecuencias.
No olvidemos el trato cruel que reciben las niñas en China, no olvidemos aquel vídeo en el que una niña de unos 3 años era atropellada en plena calle y nadie hacía nada por socorrerla, allí parece que tener una hija es caer en la desgracia, muchas incluso son asesinadas al no haber nacido varón.
El problema de la trata de blancas, la forma en la que muchos delincuentes engañan a chicas, las arrancan de sus familias, pintándoles un futuro prometedor en otro país, para después convertirlas en esclavas sexuales, cuerpos con los que conseguir dinero fácil.

Hay tanta injusticia que hemos dejado en el 2014 pero que, sin pretensión de ser una aguafiestas, nos seguirá acompañando en el 2015. Así que miremos hacia adelante, pero sin dejar de echar un vistazo atrás, sin olvidar todas situaciones pendientes que están por cambiar.

jueves, 1 de enero de 2015

¿Y si hubiesen sido tres Reinas Magas?

Ya estamos en el 2015, después de mantenerme semanas ausente del blog, entre comidas y cenas familiares, fiestas y demás actos navideños (a demás de no  tener ni idea de que co*o escribir), he descansado, he desconectado y esta tarde, acordándome de que en pocos días tendremos la visita de nuestros majestades, los Reyes Magos de Oriente, he estado rumiándole a una idea absurda de esas que pasan por mi cabeza cuando estoy de resaca: el cambio de sexo de los tres magos, ¿qué hubiese pasado si en lugar de ser Melchor, Gaspar y Baltasar  hubiesen sido Teodora, Vicenta y Antonia? Desde luego, el chiste ese tan malo de “Melchor, Gapar, va a saltar y se cayó” (malísimo) no lo hubieran inventado, para consuelo de la humanidad.
Pero venga sí, me gusta la idea, echémosle imaginación y  apliquémosle los típicos tópicos femeninos a estas “tres Reinas Magas”:
Seguramente, mientras se dedicaban a observar las estrellas y leer el tarot, fueran avisadas del tremendo acontecimiento del nacimiento del rey de los judíos, así que, no creo que se hubiesen puesto en marcha en seguida para buscar al niño, primero hay que preparar la maleta con todas las cosas imprescindibles para el viaje: ropa, bragas, cremas, maquillaje… Cada una, por supuesto, tendría su propio camello para salir tras la estrella fugaz, pero pongo la mano en el fuego de que también habrían tenido un cuarto camello para cargar con toda esa cantidad de maletas y neceseres de viaje.
Así serían las tres Reinas Magas de Oriente:
Teodora, Vicenta y Antonia.
A pesar de tener la pista de la estrella, yo creo que habrían pasado de ella para no liarse tanto con las direcciones y, por supuesto, habrían llegado mucho antes del 5 DE Enero a su destino. Las mujeres tenemos la fama, que además se utiliza para mofarse de nosotras, de tener esa costumbre  de preguntar cada diez minutos si no sabemos exactamente la dirección hacia donde debemos ir, pero ahí está, siempre llegamos al sitio a tiempo. Habría que ver cuántos de estos hombres, que tanto se burlan de las mujeres preguntonas, se han perdido o directamente no han llegado a algún lugar que quisieran ir, habiéndoselo callado para que nadie se entere y así no se vea dañada la reputación de gran capacidad de supuesta orientación que se han adjudicado ellos.
Una vez hubiesen llegado a Belén, las tres Reinas Magas habrían puesto el grito en el cielo al ver el estado del corral y hogar provisional de la familia de Nazaret: animales por todas partes y tirando su pestilente aliento al bebé, el niño Jesús durmiendo en un pesebre, un tipo con alas colgando del tejado… Para empezar, la mula y el buey se habrían ido fuera, ¡a calentar la calle!, con lo antihigiénico que es tener animales de granja por casa. A San José lo hubiesen pillado por banda y lo habrían mandado a construir una cuna decente para su hijo recién nacido, porque mira que dormir en el cajón donde se le echa la comida a los cerdos teniendo un padre carpintero. Y al gracioso del tejado (el de las alitas), lo habrían puesto a limpiar todo de arriba abajo, ¡por estar incordiando!
Además, Teodora, Vicenta y Antonia no hubiesen regalado oro, incienso y mirra, ¿para qué quieren los padres primerizos toda esa mierda? Bueno,  el oro sí, pero pensando en el sentido práctico que solemos tener las mujeres, seguro que ellas habrían buscado regalos mucho más prácticos, como paquetes de pañales, leche en polvo o ya puestos, un Bogaboo para llevar al niño de paseo.
Y las tres Reinas Magas seguro que no habrían estado toda la noche adorando al niño, sino peleándose entre ellas para cogerlo en brazos mientras le ponen caras raras y morritos y le dicen todas esas absurdeces que no tienen ningún sentido cuando las oyes, pero que en teoría es el idioma con el que dirigirse a los bebés. Probablemente, si alguna de ellas es madre, hubiesen sacado a relucir todos sus conocimientos sobre maternidad para aconsejar a la inexperta María, compitiendo para ver quién de las tres sabe más sobre niños.
Tal vez la visita de las tres Reinas Magas al portal de Belén no hubiese sido la más protocolaria, ni la más correcta, ni la más seria, pero seguro que habría sido mucho más cercana, cálida y útil que la de los tres astrólogos de Oriente. Eso sí, seguro que tras salir por la puerta de la casa-corral de José y María, habrían hecho una evaluación / sesión de cotilleo de tooodo: hay que ver cómo tenían la casa, María no nos ha ofrecido ni un café, el niño no se parece nada a su padre, a saber si es de él… Lo típico.
Pero como esto solo es un juego de mi imaginación, aquí termina esta locura.

Feliz año nuevo y espero que tod@s paséis una bonita noche de Reyes… ¡y de Reinas!