martes, 29 de marzo de 2016

Cariño, no me quieras tanto

Tanto que dicen que las mujeres somos las más emocionalmente exageradas e inestables, las más neuróticas, las más temperamentales, las más, las más, las más… Siento discrepar, porque los hay que no se quedan cortos y los que hacen cosas sacadas de una zarzuela, actos que llegan a los límites de la enfermedad mental y que asustan, que digo, ¡sobrepasan los límites de la enfermedad mental! A lo mejor a nosotras se nos oye más, pero porque somos así de escandalosas y folloneras, pero hay hombres cuyas demostraciones de amor son el equivalente de veinte “numeritos de bar” de los nuestros.

Es decir, que si una de nosotras llama a un programa de esos de radio para decir en directo y a nivel nacional lo mucho que quiere a su novio, es una loca de atar y genera vergüenza ajena. Pero si eso no es nada, locura la del imbécil egipcio ese que ha secuestrado hoy un avión, amenazando que llevaba un cinturón explosivo, menos más que el avión aterrizó, la gente está a salvo y el idiota detenido, después de unas largas negociaciones en las que no se aclaraba ni él y en las que ha tenido que intervenir hasta su ex mujer. ¿El motivo? Pues se ve que el chico necesitaba atraer la atención de su ex, y nada mejor que secuestrar un avión para darle el toque. Claro  que, chico, así seguro que consigues llamar su atención, pero te arriesgas a pasar por un lunático y perder cualquier posibilidad con ella por escasa que sea, que es básicamente lo que al final ha ocurrido. Luego, digo yo que ha visto que estaba haciendo el ridículo y ha dicho que había secuestrado el avión para exigir la liberación de las mujeres presas en Egipto: vamos que el tío ha llegado un punto en el que estaba ahí, con toda esta gente secuestrada en un avión y toda la guardia chipriota y la prensa mundial haciéndole corrillo, y la ex mujer mostrando de todo menos entusiasmo por su “hazaña” y ha dicho, “mejor acabamos con esto antes de cagarla más” (y eso que el hombre es profesor universitario, que en teoría debería de tener un poco de luces). Y ahora resulta que la culpa será de la pobre ex mujer.
Esa ha sido una de las más gordas, pero que gilipolleces por amor o
por calentón hay muchas y hechas por ELLOS, sííííí… esos mismos que nos llaman a nosotras cursis, locas, histéricas, obsesas… Porque ya es una soberana gilipollez tatuarte el nombre de tu pareja, imaginaros hacérselo en las partes nobles, como hizo el rockero Tommy Lee, que se plantó un “PAMELA” (en honor a Pamela Anderson) a lo largo de su pene.
Bueno, y qué decir de Carl von Cosel, que fue un médico alemán residente en Florida que estaba bsesionado con una de su pacientes, María Helena Milagro-Hoyos, enferma de tuberculosis y que tras la muerte de ella en 1933 robó su cadáver y vivió con el cuerpo momificado hasta 1940, eso sí que da mucha grima.
En la literatura hay más de lo mismo. ¿Puede ocurrir que un hombre (un príncipe encima) se encandile tanto de una mujer casada como para enamorarla, convencerla de que se fugue con ella, meterla en su castillo y provocar una guerra entre dos reinos? SÍ, véase a Paris y Helena de Troya.
Y eso solo son unas pocas locuras públicas, que las habrá privadas y desconocidas para mucha gente que probablemente sean dignas o superen estas.


En fin, que hay de todo por ambas partes, creo que todos tenemos una parte de locura, un@s la tienen más explotada que otr@s, pero en esto entran tanto ellos como ellas y a veces ellos dan la campanada más grande. Así que la próxima vez que a un hombre se le ocurra atribuirnos esa fama a nosotras, que se lo piense antes y que se acuerde del idiota que secuestró el avión, que ha sido la última y la más sonada. Los mensajitos de amor de los grafiteros en las paredes quedan a la altura del betún gracias a eso, solo le supera el suicidio estúpido de Romeo y Julieta.

sábado, 19 de marzo de 2016

El poder de una canción

Hace ya algún tiempo, más o menos al poco de darse a conocer el tema “Hello” de Adele, un amigo comentó que se estaba demostrando que muchas personas después de escuchar esa misma canción sentían la necesidad de llamar a su ex pareja. Lo apunté en mis notas mentales para escudriñar el tema en algún momento y, mira por donde, hoy me ha entrado la vena buscona y he estado contrastando esa curiosa información por la bendita red.



Según un estudio realizado por el portal británico de citas whatsyourprice.com el 64% de las mujeres solteras ha llamado a su ex después de escuchar la canción. ¿Increíble, verdad? Pero según este estudio en los hombres esa tasa disminuye considerablemente, solo el 17% de los hombres sintieron el impulso de llamar a su ex. Un vez más queda demostrado que las mujeres somos más sentimentales y que tenemos un gen emocional muchísimo más desarrollado que el de los hombres que, inevitablemente, nos hace llorar más fácilmente en las películas dramáticas, darle mil vueltas a un tema, mirar hacia el pasado y, en general, nos facilita una implicación, un sentir más profundo ante diferentes factores externos.
Uno de esos factores externos precisamente es la música. Una melodía, la letra de una canción, nos puede transportar  a momentos pasados felices o tristes o recordarnos a personas que han sido muy importantes para nosotr@s. Eso es precisamente lo que transmite el “Hello” de Adele, la llamada de una mujer a su ex pareja al cabo de los años de haber roto la relación para arreglar las cosas, para disculparse por el daño que le haya podido hacer, la letra es muy emotiva, simple y real ("Hello" de Adele letra en castellano. http://www.letrastraducida.com/2015/10/letra-traducida-adele-hello.html). Por eso no me extraña que a muchas personas, mujeres en su mayoría por lo visto, les haya entrado una especie de remordimiento cuando escucharon esas letras y sintieron la necesidad de llamar a esa persona especial del pasado.
Si la música dicen que amansa a las fieras, ¿por qué no iba a tener el poder de inducirnos a un recuerdo y actuar en consecuencia? No tiene que ser con respecto al amor romántico, una canción que sonaba cada vez que te ibas de fiesta con tu amiga es suficiente para que te provoque un ataque de nostalgia y te arrastre hacia el teléfono para charlar con ella por ejemplo o la melodía que se oía desde la habitación de tu hermano cantada por su grupo favorito, cuando aún vivíais bajo el mismo techo, que de repente aparezca en la radio, puede aflorar una sensación de añoranza por épocas pasadas.

La música y las letras de las canciones, las buenas, claro está, son una pasada y son un lenguaje universal. Por supuesto que estoy de acuerdo y no me extrañan los efectos que hayan podido crear el temazo de Adele o cualquier otra canción que signifique algo para alguien, es algo que escapa de la racionalidad humana. Es bonito saber que, viviendo en este mundo deshumanizado y frío, todavía existan pequeñas cosas que a algunos nos haga poner los pelos de punta.

viernes, 4 de marzo de 2016

Los cuatro tipos de pareja

Estamos empeñad@s en catalogar tooodo lo que nos rodea, así que, con algo que nos da tantos quebraderos de cabeza, a lo que dedicamos tanto tiempo y conversaciones, como son las parejas, no íbamos a ser menos.

Según una reciente investigación, no quiero saber de qué universidad aunque todas estas peculiares investigaciones suelen venir de E.E.U.U., todos podemos agruparnos en cuatro categorías de parejas según una serie de factores, que incluso podría determinar la longevidad de nuestra relación. Vamos, que a nivel sentimental nos podríamos catalogar como los borregos: según en qué cuadra nos junten y con quién, se puede hacer un experimento sociológico bestial, con sus diferentes resultados.
Pincho y pego: “Tras un estudio elaborado por el investigador de la Universidad de Illinois Brian Ogolsky (¿veis?, lo que yo decía, por Estados Unidos iba la cosa), en el cual se han analizado un total de 376 parejas de veinteañeros, se ha llegado a la conclusión de que existen cuatro tipos de personas en una relación: los dramáticos, aquellos centrados en la pareja, los conflictivos y los sociables”.
Lo que ahora vemos como una chorrada americana, dentro de nada se incluirá en libros y se estudiará en las facultades de Psicología y se aplicará en los gabinetes y centros de terapia de pareja y va en serio, no exagero. Pero antes de que todo eso llegue, ilustrémonos, aprendamos y sepamos más sobre nosotros mismos y prevengámonos de lo que nos espera según con qué clase de persona nos juntemos. Los tests y consejos del Cosmopolitan ya han pasado a la historia teniendo una teoría como esta (o tal vez todas estas hipótesis provengan de ahí, no me extrañaría que los sociólogos terminen basando sus estudios en los contenidos de revistas femeninas):
Los dramáticos están caracterizados por mantener relaciones con altas dosis de conflictos y altibajos emocionales. Se trata de parejas acostumbradas a tomar decisiones en función de situaciones negativas que viven juntos, e incluso partiendo de juicios personales peyorativos de la otra persona de la relación. Ello conlleva que el enlace entre esta tipología de parejas raramente dure más de 9 meses, según Ogolsky.


Los centrados son aquellas personas centradas en su pareja son enormemente conscientes el uno del otro, y utilizan los acontecimientos relevantes para fortalecer la relación — y no para desgastarla —. El apoyo mutuo se convierte en un factor fundamental para la supervivencia de ambos, y ello es reflejado en la baja tendencia que presenta este tipo de parejas a cortar la relación.
Los conflictivos se encuentran en una constante espiral de momentos tanto memorables como tóxicos, y se guían enormemente por la pasión mutua. Según la investigación, si este tipo de parejas consigue madurar conjuntamente y llevar su relación a una variante más saludable, existe cierto potencial de supervivencia a largo plazo, pero raramente se da el caso.
Los sociables son categorizados de esta manera debido a que dependen en cierta medida de agentes externos para mantener su relación. Se trata de parejas con una alta expectativa de duración, pero que normalmente se apoyan en grupos de amigos en común y en personas de confianza para hacerlo más fácil, lo cual no deja de ser completamente lícito.

Seguro que después de leer esto, muchos y muchas que tengan pareja se pongan a averiguar en qué grupo se encuentran y, si les ha tocado en el bando de los “malos”, los Dramáticos por ejemplo, tal vez se estén tirando de los pelos y planteando si esa pareja es la adecuada, si debe dejarle… A veces somos tan sugestionables. Otr@s directamente se pasarán este estudio por el arco del triunfo y seguirán con sus vidas sin que les influya todo esto en su vida sentimental. La mejor opción es la segunda sin duda.
Hasta aquí la clase teórica de hoy. ¡Buen fin de semana!