jueves, 31 de agosto de 2017

Guapas todas

Patitiesa me dejó la cantante Pink cuando vi el otro día por la TV el discurso que lanzó en los VMA, cuando recogió su premio Michael Jackson por sus años en la música. Pink sabía que millones de personas la estarían viendo, así que aprovechó para lanzar un speech que pretendía empoderar a su hija Willow, de 6 años, y de paso al resto de niños (y adultos) que estuviesen escuchándola.
Imagen relacionada
La cantante compartió con el público una conversación que tuvo con su hija, que un buen día le dijo: Mamá, soy la niña más fea que conozco. Y yo me quedé como, ‘¿Qué?’. Ella me contestó, ‘Parezco un chico con el pelo largo’. Y yo pensé, ‘Oh, Dios mío, solo tiene seis años, ¿de dónde viene todo esto?’". Hombre, saliendo esta conversación de una niña tan pequeña, era para que una madre se preocupara, la situación era peor de lo que podía imaginar: su hija aun no había llegado a la adolescencia y ya tenía que lidiar con las críticas de una sociedad que consideraba que no cumplía con lo que se suponía que debía ser una niña (y después una mujer).
Pink continuó su discurso: No le dije nada, pero fui a casa e hice un PowerPoint, en donde coloqué a estrellas de rock andróginas y artistas que vivieron como ellos querían, aunque lo más probable es que hayan tenido que soportar críticas constantes, pero que han ondeado esa bandera y nos han inspirado al resto. Entre los seleccionados había estrellas consagradas y conocidas por todos como Annie Lennox, Prince, George Michael, Elton John y Michael Jackson
Después de que la niña viese la presentación, Pink le dijo: “¿Tú ves que me deje crecer el pelo? Y ella dijo, ‘No, mamá’. ¿Tú ves que mi cuerpo cambie? ‘No, mamá’. ¿Tú ves que alguna vez haya cambiado la forma en la que me muestro ante el mundo? ‘No, mamá’. ¿Y me ves llenando estadios en todo el mundo? ‘Sí, mamá’. Así que, pequeña, nosotras no cambiamos; nosotras ayudamos a otra gente a que vean que otro tipo de belleza existe, concluyó la cantante, ante su familia y el resto del público, todos claramente emocionados.
Resultado de imagen de david bowieMuchas veces la sociedad no logra encajar a personas que quieren vestir de una forma contraria a su sexo, sin que ello implique también el cambio por sus gustos sexuales. Es decir, que si eres una mujer pero te gusta llevar camisa de cuadros a lo leñador, corbata, camisetas de algún equipo de fútbol o de basket, por ejemplo, ya pasas a ser automáticamente una mujer lesbiana. Parece que solo puede haber dos o tres combinaciones en el juego de la sexualidad y, el hecho de mostrar otras posibilidades, o bien asusta o incomoda o confunde a la gente. 
Nos han enseñado que de pequeñas nos debemos apuntar a clases de ballet, elegir el color rosa para todo, jugar con Nenucos y Barbies, ver los dibujos de Heidi en lugar de Oliver y Benji y tantas otras cosas de la vida estereotipadas que, ahora, que parece que todo cambia a una velocidad de vértigo, una niña decide vestirse como un “chicote” y vete tú a saber cómo la miraran los demás, lo que cuchichearán a sus espaldas o lo que le dirán directamente, que esa niña con una personalidad tan definida tiene que dejar de ser ella misma para encajar o lamentarse por no ser lo que los demás quieren.
Imagen relacionadaCantantes como David Bowie, modelos como Bimba Bosé y todo ese pequeño grupo de de famosos que han jugado con la androginia, convirtiéndolo en un estilo de vida, sin no ser otra cosa que ser estéticamente ambiguo, combinando la posibilidad de representar  a los dos géneros, han sido quienes han dado  a conocer esta opción de ser. Existen tantas formas de mostrarse ante el mundo que parece que ya se ha superado el ver a un hombre travestido por televisión sin escandalizarse. Pero ahora surge el problema de tener que trabajar e ir más allá con la sociedad. Con la televisión, internet, las redes sociales etc, los críos han encontrado una ventana a la diversidad, para verla, conocerla y, por qué no, experimentarla. Una niña puede ver a la propia Pink en un vídeo musical con su arriesgado corte de pelo, su vientre y extremidades marcadas por su musculatura, su vestimenta tan ambigua tirando más bien a masculina, y decir “Me gusta el estilo de esa tía, quiero vestir como ella”, puede que porque se refleje en lo que quiere ser ella de mayor, porque se sienta cómoda o por mil razones, y sin que haya entrado en juego el tema de la tendencia sexual, porque hay que saber diferenciar muy bien los conceptos “sexualidad” y “género”. Si a esa niña, que decide vestir como lo que socialmente se denomina una “marimacho”,  se le prohíbe o simplemente se le cuestiona su elección, lo único que se está consiguiendo es anularla como persona, cuando lo que en realidad necesita es sentirse apoyada por las personas que más le quieren y saber que éstos se interesan del por qué de sus gustos.
El cómo nos vestimos y cómo nos mostramos ante el mundo no es solo un acto de coquetería, es nuestra carta de presentación ante los demás, y qué mejor forma de hacerlo que sintiéndonos cómodas y auténticas con lo que nos cubre. Y si encima una persona, con solo seis años ya tiene claro y definido su estilo, no es para echarse las manos a la cabeza, eso es maravilloso, ahí viene pisando fuerte una gran personalidad.

Imagen relacionada
Bravo por Pink, que se subió al escenario para recoger un premio de reconocimiento musical, pero creo que se bajó de él con el premio a la madre del año, porque mientras otras se esconderían bajo la cama ante las dudas abstractas de una niña tan pequeña, ella se lo supo explicar muy bien a la suya: “OTRO TIPO DE BELLEZA EXISTE”… Y todas tan guapas como las demás.

lunes, 28 de agosto de 2017

Operación retorno

Resultado de imagen de operación retorno
Estoy tan vaga que ni me he calentado la cabeza con las fotos del post, esta lo resume todo
Como a muchas les ocurrirá por estas fechas, toca vivir nuestro particular viacrucis de la vuelta de vacaciones (he de decir que, cuando me toca las vacaciones en julio, no me pasa esto). Las que podemos, hemos pasado tres semanas en el mundo de Yuppi, que lo podemos llamar también el pueblo, el apartamento en la playa o la caravana plantada en el camping, y donde ha habido una serie de normas, por llamarlo de alguna manera, con las que hemos creado una rutina preciosa que ya termina.
Parece que fue ayer (coño, es que fue ayer) cuando me levantaba a la hora que me daba la gana para prepararme el desayuno y beberme el café lentamente, mientras me veía todos los canales, empezando con Quién vive ahí, que poco a poco lo dejé de ver porque la hora de levantarme se iba atrasando, y seguía zapeando entre los Crímenes Imperfectos, el Espejo Público, El Programa de Verano y La Mañana. Hasta que pensaba que ya lo tenía bien de tanto holgazanear,  porque a las 12 a.m. toca mover el culo a la piscina, donde me espera lo que en cualquier piscina: chapotear y hacer como si hiciese un poco de ejercicio, a pesar de que gran parte del tiempo se va en el ratito ese de “ me tiro, no me tiro…”; marujear con el resto de las “nadadoras”, todas ahí en modo sirena, torrándonos al sol; y oooohhhh, el momento cervecitas con el picoteo que acompaña, que no es precisamente sano. Esos días no se come antes de las tres de la tarde, ¿para qué antes?, total, nadie me espera en el curro… Después el momento siesta/telenovela y cuando te das cuenta ya son casi las ocho, el segundo beer time del día. Y esto solo entre semana, que durante el finde se varía un poco, pequeños detalles que te hacen recordar en qué día vives. De hecho, el no haber tenido acceso a internet y a las redes sociales, dejando abandonado entre otras cosas el blog, ha sido algo que no me ha importado para nada, es más, ha sido liberador.
¿Quién necesita gastarse la paga extra en un crucero de una semana cuando tiene un pueblo donde quedarse todas las vacaciones? Normal que algunas estemos así luego. De un día para otro te toca volver a cambiar esos hábitos que tan poquito te habían costado adquirir y tan interiorizados tenías, para retomar otros tan deprimentes, monótonos y aburridos…
Y ya no solo se retoman hábitos, también esos problemas que parece que guardas en un armario y, aunque ya no los ves, siguen ahí y toca volver a mirarlos a la cara, que te sentías como que ya no existían pero, para nada, están esperando, recordándote que ellos siempre habían estado en el mismo sitio y eres tú la que se ha movido temporalmente.
En fin, durante unos días la vida va a ser para algunas como una M-30 atestada de coches y sobrecargada de humo y contaminación, mientras vemos que el carril de dirección contraria que nos separa una valla y unos tiestos, está despejado y tranquilo. En un lado nos estará mirando con pena la cervecita, las croquetas y los calamares a la romana, mientras que nosotras seguimos caminando y les devolvemos la mira, también con tristeza, pero en compañía de la lechuga, la quinoa y la coca cola cero.
Bueno, que a todo esto, no nos deprimamos. Un buen regreso a septiembre para todas esas currantas que han podido tocar el paraíso durante unos días. No desesperéis, el puente de octubre está cerca.

Keep Calm…