sábado, 23 de diciembre de 2017

Jornada de reflexión antes de la Navidad

La verdad es que esta Noche Buena y Navidad han pillado un poco raras, que no por ello es malo, es simplemente distinto. No es acabar de trabajar y esa misma noche o justo al día siguiente ¡PUFF! Atracón de comida, dulces y villancicos. El hecho de tener este sabadete tranquilo de por medio, a menos que alguna se encuentre pasando la resaca del 10 si ayer salió a celebrar la típica cenita de empresa (y me sé de alguna que lo está pasando muy pero que muy, muy mal y en esta ocasión no soy yo), da pie a pensar y plantearse qué esperamos de estas Navidades, no solo de las fechas señaladas, 
todos sabemos lo que significa: reuniones, familia, risas, recuerdos, amigos, fiesta, alegría, melancolía..., sino también de los merecidísimos días libres que podamos disfrutar.
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...y tú para mí también.

Hay gente que piensa "Días libres, mmmm... a ver qué hago", pues yo lo sé, me quedo con las tardes de café calentito con sofá y manta mientras me trago maratones de películas de rollo navideño, sería capaz de ver Love Actually tres veces seguidas; es que la escena del villancico en el radio CD, mientras Andrew Lincoln le declara su amor a Keira Knightley solo con los mensajitos en cartulinas no tiene precio. 

¿Y qué más? Pues creo que es un buen momento para mirarse a una misma en el espejo y darse cuenta de que hace falta un poco de automimos, yo sin ir más lejos, acabo de arreglarme las uñas, que ya daban pena, pero el pelazo se merece un buen cortey mejoras y esas ojeras y cara de reventada una buena mascarilla y unas horitas extra de sueño. Y qué mejor ocasión para llenar la bañera y pegarse uno de esos baños al estilo Pretty Woman, con espuma a gusto de cada cual, eso resucita a cualquiera.
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uuhh, ¡qué subidón!
Comidas de amigas con las que hace tiempo que no te ves, fuera de lo que suelen ser las reuniones de amigo invisible o cosas por el estilo, es decir, dedicar un ratito a personas con las que ponerse al día y recordar anécdotas rodeadas del ambiente de Navidad de las calles, restaurantes y tiendas. Yo tengo alguna pendiente y con fecha asignada desde hace semanas. Me encantan esos encuentros navideños.
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Mirar escaparates a lo Audrey Hepburn
Quiero pasearme también por mis tiendas favoritas, no para comprar e ir cargada de bolsas como una burra, sino con la tranquilidad de saber que solamente voy a mirar, porque si eso ya compraré en las rebajas. Eso de entrar  Guess y que la dependienta me diga "¿Necesitas que te ayude?" y yo "No, solo quiero mirar" y además de verdad. UFF, qué gozada.

Y puede que para muchas sea un suplicio, pero ya que yo no cocino ni un plato para Noche Buena, Navidad, Reyes y demás días, creo que
 mañana me pondré mi armadura para cocinar mis interminables bandejas de cupcakes (que solo los hago una vez al año, o eso me recuerda siempre mi marido). Voy a dejar la cocina cubierta por una
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A mí no me salen así ni de coña
 gruesa capa de harina, me cagaré en todo porque, como siempre, el puto glaseado me quedará con tropezones, pero me da igual porque el resto del invento me quedará súper mono y requete bonito y yo la mar de contenta y orgullosa de poder llevar una bandeja de algo hecho por mí a la comida. La familia me dirá lo buenas que están las magdalenas aunque sea mentira, con tal de no herir mis sentimientos se las comerán todas, hasta mi abuela que tiene azúcar me hará ese honor, y yo contenta de ver cómo jalan.

Nunca me he hecho la foto oficial junto al árbol con mi gata y mi marido, voy a ver si este año los convenzo y si sale bien, al que viene la repetiremos, nosotros con jersey con motivos navideños y la gata con unos cuernos de reno o gorrito de Papá Noel, lo que se deje poner.
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Había pensado en jerseis como estos...
Porque todo lo demás sabemos cómo es pero a veces hay que pararse a pensar de otras pequeñas cosas que podemos hacer en estos días. Mirad en un momento las que se me han ocurrido a mí, nunca me había parado a pensar en esas cosas que hago o que quiero hacer fuera de los días VIP, creo que me voy a tomar muy en serio esto...
Feliz Navidad a tod@s l@s espontáne@s que me leen y a los que no también, que tengo el espíritu navideño muy subidito este año. ¡Nos vemos el año que viene!

jueves, 14 de diciembre de 2017

Creando pequeñas frívolas

Imagen relacionadaA los comienzos de mi andadura en este blog, recuerdo que uno de los primeros posts que publiqué fue uno dedicado a los concursos de belleza en general: las rivalidades entre mujeres, las operaciones estéticas a las que se someten muchas de ellas para alcanzar una falsa perfección, lo que ocurre después, cuando pasan de ser el foco de atención a simples juguetes rotos y también hablé un poco por encima del fomento de los concursos de belleza desde la más tierna infancia. Era un tema bastante amplio y con muchas caras. Ahora, después de todo lo que se ha hablado durante las últimas semanas, sacando de nuevo a relucir los efectos negativos que tienen en las niñas los concursos de belleza infantiles, he pensado que es un buen momento para destripar el tema.
Siempre me ha dado muchísimo repelús cuando he visto en revistas o en noticias de TV a esas pequeñas niñas maquilladas como puertas, desfilando y contoneándose intentando imitar a una modelo de Victoria's Secret, es como si se intentara vestir a una muñeca Barriguita con un modelito de baño de la Barbie: 
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brilli brilli y lentejuelas por los cuatro costados. En serio, no sé en qué están pensando esos padres y madres cuando disfrazan a su hija de cinco o seis años de esa forma tan ridícula, a esas edades estas niñas deberían estar llenándose las orejas de arena del parque, haciéndose rozaduras en las rodillas de jugar al pilla-pilla, comer sándwiches de Nocilla en la fiesta de cumpleaños de algún amiguito, disfrazándose de verdad en Halloween o en un festival del cole... no sé, esas cosas que hacen los niños y niñas normales. Sin embargo, a estas pequeñas aspirantes a Miss Universo las meten desde muy pequeñitas en un continuo ir y venir de desfiles, maquillajes, pestañas postizas, vestidos y bikinis de adultas en tamaño reducido, taconazos y refuerzos incesantes de que si no eres bella, no eres nada. A estas pequeñas Claudia Schiffer de medio metro, si les das un balón, un cuento infantil o una muñeca de trapo, te miran de arriba a abajo pensando "Estás fatal", porque prefieren mil veces un pintalabios, un espejo de cristal o un vestido largo de plumas y terciopelo. Por no hablar de todo el negocio de dinero que se mueve tras ellas...

Imagen relacionadaHace bastantes años, este peculiar mundo de hobbits en traje de baño y tacón se vio en el punto de mira con el asesinato de JonBenett Ramsay, una niña preciosa que era conocida por haberse presentado e todos los concursos de belleza habidos y por haber; estaba expuesta a tantos ojos, tenía tantos admiradores... su muerte sigue siendo un misterio. Ahora, los certámenes de belleza infantil vuelven a plantear debates debido a una serie de barbaridades que han salido a la luz:  una niña de ocho años y participante asidua de concursos de belleza, es adicta al botox por que su madre la sometía cada tres meses a inyecciones en la frente, alrededor de los ojos y labios según explicaba "por su bien", además de realizarle depilaciones preventivas (dime tú qué pelo se le puede arrancar a una cría de esa edad); Britney, la niña en cuestión, terminó por obsesionarse por su aspecto, revisando su rostro cada noche por si se encontraba alguna arruga (whaaat???, explicando el subidón de autoestima que le producía pasearse por una piscina con sus piernecitas depiladas y piensa que estas prácticas son súper importantes para llegar a ser una top model, su gran ambición, por no mencionar las cosas más importantes de su vida: Lady GaGa y los tatuajes. A la madre de la mini-Barbie le han quitado su custodia, pero esa chiquilla va a necesitar  terapia psicológica por mucho tiempo, porque ha perdido unos años de infancia que no va a volver a recuperar y cogido unos hábitos frívolos y superficiales que van a costar mucho de quitar.
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Otra barbaridad de este mundillo es otra niña que, en los certámenes de belleza en los que participa, usa implantes de pecho y culo para simular un cuerpo de mujer tipo Marilyn Monroe. Otra niña que va a acabar con problemas mentales y, probablemente, con una adicción a la cirugía estética, porque desde bien pequeñita ya se le está pidiendo que luzca y viva en un cuerpo que no es el suyo y que no tiene por qué serlo: nadie le garantiza a esta niña que cuando su cuerpo se desarrolle vaya a tener unos pechos redondeados de talla 95 o un trasero firme y curvilíneo como los de sus implantes.
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Creo que esta obsesión que tienen algunos padres por querer que su niña sea la más hermosa y que todo el mundo sea conocedor de ello es ya de por sí una enfermedad descontrolada, unos deseos de egocentrismo malparado de madres  que les hacen proyectar sus propias ilusiones y sueños frustrados en sus hijas, un "como yo no pude hacerlo, que lo haga ella por mí"; como los padres que también se obsesionan por que sus hijos sean pichichis de una puñetera liguilla infantil, metiéndoles en la cabeza que van a ser el próximo Cistiano Ronaldo. 
Imagen relacionadaLa niñez ya no es un lugar seguro para "esconderse" mientras esperamos a hacernos adultos. Para muchas niñas ya no tiene gracia calzarse a escondidas los tacones de mamá para caminar por el pasillo o quitarle un pintalabios para ponérselo delante de su espejo y luego borrárselo en seguida, ¿para qué? Si ya lo tienen para su uso y disfrute ante miles de ojos que no sabemos las intenciones que tienen. Tanta ley para proteger la imagen del menor y su difusión en internet, si luego hay padres que lucen a sus pequeños monstruos de frivolidad sobre un gran escenario con pasarela.
En fin, el mundo se vuelve loco y parece que lo único puro e inocente que nos quedaba, la infancia, también se la están cargando.

lunes, 4 de diciembre de 2017

El Cuento de la Criada

No suelo hacer reseñas o recomendar muy a menudo libros, aunque me refile una novela detrás de otras y leer sea uno de mis pasatiempos favoritos. No es la finalidad de este blog hablar de literatura en general, pero cuando se trata de literatura con toques feministas sí que lo veo una oportunidad, porque ya entramos en la particularidad del blog: la mujer.
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Así que me gustaría hablar esta vez de la novela de Margaret Atwood, El Cuento de la Criada, una historia ficticia pero posible, al fin y al cabo. Me explico, ficticia para el aquí y ahora de la sociedad occidental, pero nada irreal para muchas mujeres de los países más retrógrados. Me animé a leerla al ver que era continuamente recomendada por las participantes de la cuenta de Instagram @oursharedshelf, creada por la actriz Emma Watson para hacer propuestas de lectura de temática feminista. Me picó muchísimo la curiosidad, así que ahí va.
Defred es la Criada de esta historia, en realidad no es su verdadero nombre, durante la novela nunca se sabe cómo se llama en realidad. Defred es la combinación de la preposición “de”, que indica propiedad y del nombre “Fred”, el comandante propietario de la Criada. La función de “criada” no es la de servir como empleada doméstica para cocinar, limpiar, etc, para eso ya están las Marthas, otro extracto femenino de esta ficticia sociedad. La función de las Criadas es la de procrear, situándonos en una sociedad que, ya intoxicada por los residuos nucleares, las guerras y la contaminación en general, sufre una infertilidad que obliga a explotar el don de las mujeres fértiles, convirtiéndolas en esclavas sexuales de los hombres más poderosos de esta nueva humanidad, surgida de las guerras, el terrorismo islámico y un golpe de Estado en la nueva y actual República de Gilead, antiguamente conocida como Estados Unidos de América. Las Criadas están obligadas a mantener relaciones sexuales cada cierto tiempo y de una forma ritual con sus Comandantes y manteniéndose tumbadas boca arriba, agarradas de las manos de las esposas de los Comandantes, para que, en caso de quedar la Criada embarazada, simbólicamente parezca que ha sido fecundada la esposa, infértil, claro está. Una vez que una Criada da a luz, el bebé pasa a ser del Comandante y su esposa y la Criada en cuestión pasa a servir y ser propiedad de otro comandante que también necesite sus servicios reproductivos. Las Criadas son solo una de las últimas capas de una nueva sociedad patriarcal que se rige por una teocracia extrema; lo peor que le puede suceder a una mujer que no sea esposa y que se demuestre que no puede procrear, es ser declarada una no-mujer y ser mandada a las Colonias a trabajar entre residuos tóxicos. Cada noche Defred evoca su anterior vida, cuando tenía pareja y una hija, un trabajo, una independencia… hasta que todo su mundo se desmorona, es despojada de todos sus derechos y libertades y conducida a una especie de “escuela de adiestramiento” de Criadas, dirigida por las Tías, la única clase de mujeres que, sin se esposas, tienen ciertos privilegios mundanos, como leer y escribir. Defred mezcla su vida pasada con los nuevos cánones sociales actuales, los cuales le privan de cualquier derecho y le obligan a sentirse estigmatizada dentro de su condición de “procreadora”, teniendo que llevar continuamente una túnica roja, que simboliza la fertilidad, una especie de letra escarlata para todos los demás.
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Hasta ahí cuento, sino revelaría todo lo que tiene este libro atípico para contar. Digo atípico porque, aunque no sea la primera vez que un autor analiza una supuesta sociedad futura marcada por estratos sociales y funciones predeterminadas, privilegiadas para unos e injustas para otros (véase Un mundo feliz, de Adoux Huxley), pocas veces se examina tan duramente el ficticio destino social de la mujer, como si la autora tratara de recordarnos que, en cierta manera, cosas así ocurrieron en nuestra sociedad moderna, tal vez en el Medievo, o no tanto, porque recordemos que hasta no hace mucho las mujeres no podíamos votar, y no hay que olvidarlo, más bien permanecer en alerta para defender los pequeños logros que se han conseguido a nivel social.
Este libro lo escribió Margaret Atwood en los años 80, pronosticando un estallido y un cambio del estilo de vida occidental una vez que unos cuantos hombres toman la diligencia de un país en pleno caos, debido a los conflictos provocados, supuestamente, por el terrorismo islámico. Una muestra de los peligros inherentes al mezclar religión y política, donde una vez más sale perdiendo la mujer.

Por favor, quien pueda y quiera, recomiendo que le esta novela, dará mucho para reflexionar.