viernes, 27 de abril de 2018

Ayer fuimos violadas todas las mujeres españolas


Ayer, veintiséis de abril de dos mil dieciocho, antes de las 13 horas, me senté frente a mi televisor para ver y escuchar en directo el fallo del juez en relación al juicio contra la Manada de los Sanfermines, un juicio  que nos ha tenido a miles de personas indignadas, asqueadas y en vilo durante casi dos años, desde que estos cinco animales, los cinco lobitos, fueron puestos en prisión preventiva , después de que una chica apareciera llorando y desorientada, sentada sola en un banco, en plena madrugada, en la ciudad de Pamplona.
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A lo largo de este tiempo han ocurrido muchas cosas, se ha desacreditado a la víctima, se le ha puesto un detective privado para probar su posterior “vida normal” después de la violación, se ha puesto en entredicho su palabra, cuando hay videos, mensajes de watsapp y otro caso de otra víctima de Pozoblanco que corroboran que estas cinco bestias son unos delincuentes que han atentado contra la libertad y la intimidad de otra persona, utilizando su fuerza y las circunstancias que rodeaban al momento y a la víctima. Tod@s conocemos este proceso, no voy a entrar en más detalles.
La verdad es que es todo tan obvio: es difícil contar con una prueba visual de un delito, y estos imbéciles la pusieron en bandeja, por eso lo veíamos  tan claro, aunque siempre con el miedo de que puede ser que no sea justo lo que se decida. Pero miedos remotos.
Cuando el magistrado dijo en directo que los cinco imputados NO eran culpables de agresión sexual pero sí de abuso sexual, me quedé algo dubitativa. ¿Es que no viene a ser lo mismo? Perdonad, pero el lenguaje jurídico y yo somos perfectos desconocidos. Luego dice que consideran que no existe intimidación ni violencia (de ahí abuso y no agresión), y yo volvía a preguntarme, “¿entonces cuando abusan sexualmente de ti no hay intimidación? ¿cómo se come eso?”. Después informa que todo queda en 9 años de prisión y 5 años de libertad vigilada, vale, y ya han cumplido 2 años con la prisión preventiva, así que si todo sigue así, el año que viene ya pueden salir con permisos, un poquito más y fuera. Estaba tan en shock, era como que me había pillado todo esto desprevenida y simplemente me di por informada, una sumisa de la información. Ya no se puede hacer nada, solo esperar a ver si fiscalía recurre o qué. Esperar. Ahora me analizo desde fuera y me siento, en otro contexto muy distinto por supuesto, como la víctima de la manada: escucho, no actúo, dejo que pase… Porque escuchar una decisión repugnante, al igual que ser objeto de un acto repugnante, puede producir la misma reacción: parálisis total. No me creo lo que está pasando, voy a esperar a ver, por si esto no es real. Si incluso me pronuncié en seguida a través de Facebook y leyéndo un día después lo que puse no me reconozco, veo que esto lo ha escrito alguien conformista y sumisa, y yo no soy así:
Fallo del juicio contra “la manada” de San Fermines: 9 años de prisión por abuso sexual continuado sin violencia + 5 años de libertad vigilada. No voy a entrar en si es poco o es suficiente, pero espero que esto se llegue a cumplir y que se trabaje con ellos una adecuada reinserción `para que no sean un peligro para las mujeres nunca más, y que se marque un precedente en la violencia machista. Lo que no me cuadra es lo de “sin violencia”, creía que el abuso sexual de por sí ya implicaba violencia…
Hasta la última coma, tal cual lo puse en Facebook. Es cierto que el tema del tiempo no es lo que más me preocupa: de nada sirve tener a un tío 20 años metido en prisión si no se va a hacer un adecuado trabajo con él en ese tiempo. ¿Se trabajará con ellos? ¿Se les va a ofrecer un adecuado programa de reinserción? Lo dudo, ese es el problema. El problema también es que no se le llama a las cosas por su nombre. Andaba tan perdida que me puse a leer, a buscar en internet, porque lo vuelvo a decir, soy una completa ignorante del lenguaje judicial y de las leyes en general, y pensando “¿Abuso sexual sin intimidación ni agresión? ¿Cómo mierda se come eso?”, y voilá, hay un abismo entre violación y abuso sexual, Y este caso se ha quedado en el lado más “flojo” de ese abismo.
Pronto salí de ese letargo y reaccioné, ¿cómo que no es violación? Ahora tengo la jerga clara. ¿Me dices que cinco armarios empotrados metiéndote en un cubículo minúsculo y sacándose los rabos no intimida? La violación implica penetración, el abuso sexual no… Que me explique entonces, dónde metieron sus penes estos desgraciados para que no se considerara violación.
Ayer, todas las mujeres españolas fuimos objeto de burla y fuimos violadas por el sistema judicial. Creo que lo hemos sido durante mucho tiempo. Pero el letargo dura un tiempo hasta que una despierta y ahí lo tienen, la reacción general de millones de mujeres insultadas y ultrajadas.
Que a nadie se le vuelva a ocurrir juzgar a una mujer por no “hacer nada”, porque eso no quiere decir que lo vaya a dejar pasar, la reacción siempre llega y si una sola no puede, juntas somos imparables.

miércoles, 25 de abril de 2018

El club de las chicas peludas


¿Cuándo comenzó el trajín este de la depilación? ¿A quién hay que
echarle la culpa de que, a día de hoy, miles y miles de mujeres seamos esclavas de la cera, la cuchilla y el láser? Pues, al igual que todos los males y manipulaciones hacia la mujer (y a los hombres) en esta vida, esta moda también tuvo su origen en la maldita publicidad, en este caso, todo comenzó con la revista Harper’s Bazaar, en su publicación de mayo de 1915, donde aparecía en uno de sus anuncios la imagen de una mujer con los brazos en alto y las axilas completamente despejadas, con el lema “La moda para el verano y el baile moderno se combinan para hacer necesaria la eliminación del molesto vello”, era una época en que los vestidos eran muy largos y no había necesidad de mostrar unas piernas depiladas, pero los tirantes ya comenzaban a imponerse en la moda y con ello, la necesidad de mostrar un canon de belleza que relaciona directamente la ausencia de vello con la belleza (ehh, juego de palabras) y ya el colofón final y la confirmación de ese ideal de belleza llegó con la moda pin up de los años 30, una moda en la que la mujer por fin era libre de mostrar su cuerpo y vestirse como jamás se había pensado, quitándose unas cadenas, pero colocándose inmediatamente otras que también pesan mucho, las de cómo se supone que debemos mostrarnos ante el mundo para parecer mujeres femeninas y sexys. Una vez más, volvemos a caer en la trampa.

Después de este rollo introductorio pero necesario, y viajando muchos kilómetros en tiempo, llegamos al ahora, al siglo XXI, en el que se ha producido un despertar de las mujeres, se ha retomado el camino del feminismo que quedó algo olvidado tras sus avances en los años 70 y la revolución sexual. Se están tocando principalmente los temas laborales, pero al final hay muchas otras quejas que resurgen.
El problema del mito de la belleza ya lo tocó en su momento Naomi Wolf en 1990 con bastante éxito, pero ahora parece haberse fortalecido su teoría de que las mujeres, conforme vamos logrando éxitos laborales, se nos exige una perfección imposible de nuestra imagen, volviendo a ser presas del sistema patriarcal en otro nivel. Ahora tenemos las redes sociales que nos ayudan a conocer estas teorías que antes ignorábamos. Las redes sociales también ponen en marcha movimientos como el del Club de las Chicas Peludas. Ellas se definen como “Amigas del Primo Eso de la Familia Addams y defensoras de la libre expresión del bello vello”. Aquí dejo el enlace con las experiencias de estas mujeres que han decidido no depilarse, a modo de intentar convencer al mundo de que los pelos están por algo y que no tienen por qué dejar de hacernos parecer sexys o menos mujeres, cuando en realidad se trata de una “norma” que nos impusieron hace solo 100 años, vendiéndola como el estereotipo de belleza ideal:  

La verdad es que parezco muy valiente reivindicando y quejándome de la imposición de la depilación, cuando en este momento llevo las piernas y las axilas completamente depiladas. Pero es que, al igual que les ocurre a otras mujeres que también piensan que la depilación, más que belleza es esclavitud, llevamos tanto tiempo siendo adoctrinadas y viendo eso de depilarse como “lo normal” y “lo femenino”, que ahora resulta muy difícil y violento salir a la calle en pantalón corto y las piernas llenas de vello. A mí al menos me produce mucha inseguridad. Muchas de las mujeres de este Club, hartas de ingles en carne viva, poros sangrantes y pelos enquistados, decidieron comenzar por dejarse de depilar las axilas y luego, poco a poco ir dejándose crecer otras zonas.
Yo me considero una persona peluda, lo he sido desde el principio:
con 12 años, en clase de gimnasia rítmica, una compi me dijo que se me veían pelitos por las ingles (llevaba maiot), yo me moría de vergüenza y en cuanto llegué a casa le pedí a mi madre que me pusiera la crema depilatoria por esa zona porque no pensaba volver a clase de gimnasia así. Madre mía, qué hice, fue el inicio de mi esclavitud, porque luego fue el mostacho, siguieron las axilas, y con las piernas aguanté decolorándomelas con agua oxigenada, hasta que a otro niño se le ocurrió decirme un verano que mis piernas parecían las de Ricitos de Oro. Dios, qué mal, ahora ya sí que estaba pillada, pillada y con la teoría de que “con la cuchilla salen más y más gordos”, me convertí en una experta en el masoquismo de los tirones de cera. En una ocasión también me dijo alguien algo de los pelos de brazos pero le contesté educadamente que se los depilara él o su padre, por ahí sí que ya no pasaba, por fin me decidía a poner un freno, una barrera, tarde y después de llevar un tiempo depilándome medio cuerpo, pero por fin salió un NO de mi boca. Sin embargo, lo digo otra vez, es muy difícil dejar de depilarse cuando ya lo tienes tan interiorizado, mi ritual de las mañanas es revisarme la barbilla para buscar esos pelitos antiestéticos heredados de mi abuela paterna y arrancármelos con la pinza, no puedo prescindir de eso, ¿cómo voy a hacerlo con las piernas? Pero sí que es cierto que me he “relajado” en el sentido en que si en invierno no me apetece depilarme, pues no lo hago. Pero eso es trampa, porque en invierno los pelos no se ven, es una lucha falsilla.
Las auténticas heroínas son las que han pasado de todo y a día de hoy aguantan miradas y comentarios para volver a normalizar algo que siempre había sido normal (hasta que Harper’s Bazaar tuvo la genial
idea de sacar una foto de una tía con las axilas depiladas). Y no se trata de imponer los pelos, no, porque si no seríamos como ellos, los que controlan la imagen y la estética ideal (digo ellos, porque claramente son hombres), se trata de ser libres para llevar nuestro vello como queramos, sin sentirnos menos mujeres por decidir no depilarnos, ni esclavas del patriarcado si decidimos que nos gusta más nuestras piernas sin pelos. Lo ideal ha de ser eso, considerarnos bellas para nosotras mismas, no para los demás.
Yo no me voy a llevar el premio “Primo Eso”, desde luego, estoy demasiado “contaminada” ya, pero alabo y me inclino hacia el valor de esas mujeres del Club de las Chicas Peludas que defienden su ideal de belleza y comodidad, que no deberían estar reñidas.
¡Olé vuestros pelos! ¡Olé NUESTROS pelos!

miércoles, 18 de abril de 2018

Leti y Sofi

Mucho se ha hablado estos últimos días de la mala relación entre S.M. la reina doña Letizia ¿se dice así? y la reina emérita doña Sofía. La verdad es que han salido memes super graciosos y vídeos utilizando el cuerpo de la Leti justo en el momento en el que intentaba que su suegra no se pudiera hacer la foto con sus niñas, para tapar otras escenas típicas: un gol memorable, el cruce de piernas de Sharon Stone... en plan corta rollos; en fin, lo típico en estos casos, algo divertido se tiene que sacar de toda esta locura.
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Vamos a ver, serán los reyes, pero quitándoles el título, no dejan de ser una familia como otra cualquiera, con sus buenos momentos, sus envidias, sus rencillas y sus comidas típicas de los domingos (si las tienen). Una encuesta dice que solo un 5% (¿o era un 3%?, no sé, por ahí andaba la cosa), elegiría a su suegra para irse de viaje, pues Letizia no va a ser menos, teniendo en cuenta que, prácticamente desde el principio, no fue bien recibida en la familia real; calló y aguantó muchos desplantes (los he repasado por la emeroteca virtual y el rey también se pasa bastante) por ser la familia que era, hasta que se ha visto en una situación más privilegiada, de reinona nada menos, y ahora es cuando empieza a pasarse el protocolo por el forro: ella no es de realeza de cuna, así que básicamente pueden mandar en ella otras prioridades, porque no hay nada más detonante que un orgullo herido y varios años acumulando ansias de venganza. Sin embargo, debo decir que meter a las infantas en todo esto está muy feo, no dejan de ser niñas y no tienen por qué verse influenciadas por la relación entre su madre y su abuela. 
El  caso es que y lo que quiero decir con esto es que hay malos rollos y asuntos oscuros que ocurren hasta en las mejores familias, nadie está exento de ellos y aunque se quiera dar la imagen de la más tierna felicidad, solo es eso, la imagen. Lo que pesa y lo que quema es el convivir y por lo visto, la familia real no ha convivido muy bien. Lo malo es que mientras la gente normal lavamos los trapos sucios en la intimidad de nuestra casa, ellos hacen de su día a día un asunto de Estado. Es lo que tiene la realeza, encima tienen que fingir más que el resto. 
Así que a Leti y a Sofi les espera una laaaarga vida juntas con toques de falsa buena relación ante las cámaras y eso es mucho más agotador que cualquier acto protocolario. En realidad las compadezco. Espero que lleguen a encontrar ese punto neutro en el que se puedan tolerar, vamos, como intenta hacer todo el mundo si tiene buenas intenciones.
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jueves, 5 de abril de 2018

El tiempo de las Kellys


Con la mujer han pasado muchas cosas últimamente en todo lo que se refiere a reivindicar derechos y mostrar desacuerdos ante la situación actual que vivimos. Por eso, no es de extrañar que el despertar de un colectivo lleve a otro y que nos vayamos encontrando con grupos concretos haciendo luchas concretas.
Ahora les toca a las kellys (apócope de “las que limpian”). Las kellys son las conocidas camareras de piso, encargadas de que las habitaciones de hotel estén limpias y ordenadas para los huéspedes. Es un sector de trabajadoras que ya cuenta con unas 250.000 que ejercen,  Pero aunque muchos piensen que este grupo de trabajadoras se haya “enganchado” ahora al tren de las movilizaciones que tan de moda está, para nada es así; esto  ya lleva camino hecho. El 12 de octubre de 2016 fue cuando se presentó de forma oficial la Asociación de las Kellys a nivel estatal, con más de siete puntos representativos en todo el país. Aquí está el enlace de la página de esta asociación, por si tenéis curiosidad: 
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A tod@s nos vienen ahora a la cabeza esas señoras/chicas silenciosas, invisibles, que pasan desapercibidas por los pasillos de los hoteles, en bata blanca, evadiéndose de lo ajeno con los auriculares y su mp3 en marcha y empujando los carritos de lavandería o de productos de limpieza, como si formaran parte del mobiliario o de la ornamentación. A mí al menos, me transmiten bastante tranquilidad, pero claro, de tranquilidad nada, estas mujeres van a mil por hora, teniendo que preparar y habilitar una media de 25-30 habitaciones de hotel en las ocho horas que dura su jornada. Claro, con la crisis se ajustó todo, también las funciones de las kellys: menos equipos de limpieza, más funciones para ellas, por eso, desde entonces no solo se encargan de la limpieza de habitaciones sino de espacios comunes como puede ser comedores o recepción. ¿De dónde sacan el tiempo para que, teniendo ese trabajo extra, cumplan además con el cupo de habitaciones que, por otro lado, se incrementa durante las temporadas altas? Eso debe ser la magia de las Kellys, ¿o no? No creo que sea magia, es más, es sobreesfuerzo con todas sus letras. Malas posturas, levantar peso, movimientos repetitivos de partes concretas del cuerpo, agacharse y levantarse continuamente… Todas estas cositas, después de 10 o 15 años repitiéndolas día a día, durante muchas horas y cada vez con más presión por cumplir los tiempos, se traduce en lesiones, pero lesiones que no son reconocidas como enfermedades laborales pero, en cambio, en otros sectores sí: una contusión de muñeca supone una baja laboral para un pintor, para una Kelly no se encuentra reflejado. Por poner un ejemplo.
Extraigo de su web: La Asociación Las Kellys denuncia que las camareras de piso son unas trabajadoras a las que está siendo fácil explotar, la situación ha empeorado mucho estos últimos años”. “Es a nosotras a quienes nos duele la espalda, tenemos voz, ha denunciado la portavoz en Benidorm, Yolanda García. La portavoz en Mallorca, Encarnación Sánchez, ha resaltado que “sufrimos todo tipo de lesiones, y a menudo, coger la baja representa un despido. Esto nos obliga a automedicarnos””.
Hoy las Kellys, después de dos años luchando de forma oficial (no sabemos cuánto de extraoficial), se han reunido con Mariano Rajoy para trasladarle la sobreexplotación que sufren en sus puestos de trabajo. Miriam Barros, la presidenta de esta asociación, tras valorar esta reunión, dice ser consciente de que las cosas que piden y las injusticias que denuncian no se iban a solucionar en esa mañana, son optimistas pero no ingenuas, es algo que llevará algún tiempo, pero al menos se quedan con la sensación de haber sido escuchadas y con el compromiso del Presidente de que esas quejas serán trasladadas a patronatos y sindicatos.
Esperemos que esta nueva lucha de mujeres no se quede en el olvido. Aunque algo me dice que, viendo todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, el tiempo de las kellys no termina aquí, son mujeres perseverantes, acostumbradas a trabajar bajo presión y a quemar horas currando sin parar. Esta lucha es más que soportable para ellas.