jueves, 5 de abril de 2018

El tiempo de las Kellys


Con la mujer han pasado muchas cosas últimamente en todo lo que se refiere a reivindicar derechos y mostrar desacuerdos ante la situación actual que vivimos. Por eso, no es de extrañar que el despertar de un colectivo lleve a otro y que nos vayamos encontrando con grupos concretos haciendo luchas concretas.
Ahora les toca a las kellys (apócope de “las que limpian”). Las kellys son las conocidas camareras de piso, encargadas de que las habitaciones de hotel estén limpias y ordenadas para los huéspedes. Es un sector de trabajadoras que ya cuenta con unas 250.000 que ejercen,  Pero aunque muchos piensen que este grupo de trabajadoras se haya “enganchado” ahora al tren de las movilizaciones que tan de moda está, para nada es así; esto  ya lleva camino hecho. El 12 de octubre de 2016 fue cuando se presentó de forma oficial la Asociación de las Kellys a nivel estatal, con más de siete puntos representativos en todo el país. Aquí está el enlace de la página de esta asociación, por si tenéis curiosidad: 
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A tod@s nos vienen ahora a la cabeza esas señoras/chicas silenciosas, invisibles, que pasan desapercibidas por los pasillos de los hoteles, en bata blanca, evadiéndose de lo ajeno con los auriculares y su mp3 en marcha y empujando los carritos de lavandería o de productos de limpieza, como si formaran parte del mobiliario o de la ornamentación. A mí al menos, me transmiten bastante tranquilidad, pero claro, de tranquilidad nada, estas mujeres van a mil por hora, teniendo que preparar y habilitar una media de 25-30 habitaciones de hotel en las ocho horas que dura su jornada. Claro, con la crisis se ajustó todo, también las funciones de las kellys: menos equipos de limpieza, más funciones para ellas, por eso, desde entonces no solo se encargan de la limpieza de habitaciones sino de espacios comunes como puede ser comedores o recepción. ¿De dónde sacan el tiempo para que, teniendo ese trabajo extra, cumplan además con el cupo de habitaciones que, por otro lado, se incrementa durante las temporadas altas? Eso debe ser la magia de las Kellys, ¿o no? No creo que sea magia, es más, es sobreesfuerzo con todas sus letras. Malas posturas, levantar peso, movimientos repetitivos de partes concretas del cuerpo, agacharse y levantarse continuamente… Todas estas cositas, después de 10 o 15 años repitiéndolas día a día, durante muchas horas y cada vez con más presión por cumplir los tiempos, se traduce en lesiones, pero lesiones que no son reconocidas como enfermedades laborales pero, en cambio, en otros sectores sí: una contusión de muñeca supone una baja laboral para un pintor, para una Kelly no se encuentra reflejado. Por poner un ejemplo.
Extraigo de su web: La Asociación Las Kellys denuncia que las camareras de piso son unas trabajadoras a las que está siendo fácil explotar, la situación ha empeorado mucho estos últimos años”. “Es a nosotras a quienes nos duele la espalda, tenemos voz, ha denunciado la portavoz en Benidorm, Yolanda García. La portavoz en Mallorca, Encarnación Sánchez, ha resaltado que “sufrimos todo tipo de lesiones, y a menudo, coger la baja representa un despido. Esto nos obliga a automedicarnos””.
Hoy las Kellys, después de dos años luchando de forma oficial (no sabemos cuánto de extraoficial), se han reunido con Mariano Rajoy para trasladarle la sobreexplotación que sufren en sus puestos de trabajo. Miriam Barros, la presidenta de esta asociación, tras valorar esta reunión, dice ser consciente de que las cosas que piden y las injusticias que denuncian no se iban a solucionar en esa mañana, son optimistas pero no ingenuas, es algo que llevará algún tiempo, pero al menos se quedan con la sensación de haber sido escuchadas y con el compromiso del Presidente de que esas quejas serán trasladadas a patronatos y sindicatos.
Esperemos que esta nueva lucha de mujeres no se quede en el olvido. Aunque algo me dice que, viendo todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor, el tiempo de las kellys no termina aquí, son mujeres perseverantes, acostumbradas a trabajar bajo presión y a quemar horas currando sin parar. Esta lucha es más que soportable para ellas.

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